69 en iniciar la terapia por miedo a perder el pelo. Por eso, la preservación capilar adquiere una dimensión psicológica y social muy importante, y no puede tratarse como un tema menor. ¿En qué consiste exactamente la técnica de ‘scalp cooling’? El scalp cooling o enfriamiento del cuero cabelludo es una técnica física que reduce la temperatura local entre 18 y 22 °C, provocando vasoconstricción y disminución del metabolismo folicular. Con ello se consigue que llegue menos quimioterapia al folículo piloso y se protejan las células madre foliculares. En la práctica, se coloca un casco especial 30-45 minutos antes de la infusión, se mantiene durante toda la quimioterapia y entre 60 y 90 minutos después. ¿Qué resultados se han observado en los estudios clínicos? La evidencia científica es sólida, especialmente en cáncer de mama. Ensayos como el publicado en JAMA en 2017 con el sistema DigniCap mostraron un 66 % de éxito, y el ensayo SCALP con Paxman reflejó un 50 %. El beneficio es mayor en tratamientos con taxanos, aunque más limitado en esquemas con antraciclinas. Los metaanálisis confirman una reducción significativa de la alopecia y una seguridad muy aceptable, con efectos adversos leves (cefalea, sensación de frío, náuseas ocasionales). ¿Existen riesgos oncológicos? Algunos pacientes temen que el enfriamiento pueda favorecer metástasis en el cuero cabelludo. Este es un miedo comprensible, pero no respaldado por la evidencia. Los metaanálisis de 2017 y posteriores demuestran que la incidencia de metástasis en cuero cabelludo es similar en pacientes que usan o no usan scalp cooling. La seguridad oncológica, por tanto, está garantizada, siempre que se utilicen dispositivos aprobados y bajo supervisión médica. En los últimos años han aparecido cascos de frío en Amazon y otros marketplaces. ¿Son una opción válida para los pacientes? No, en absoluto. Estos dispositivos caseros carecen de control preciso de temperatura, con lo que existe riesgo de congelación, quemaduras o ineficacia. No tienen estudios de seguridad ni de eficacia, y no están supervisados por profesionales sanitarios. Lejos de ser una alternativa, pueden ser incluso dañinos. La recomendación siempre debe ser acudir a sistemas médicos aprobados como DigniCap o Paxman, disponibles en entornos hospitalarios y con protocolos establecidos. ¿Qué papel puede desempeñar la farmacia comunitaria en este ámbito? Un papel clave. Los farmacéuticos comunitarios son, para muchos pacientes, el primer punto de consulta. Su labor incluye informar de los beneficios y limitaciones de la técnica, explicar la preparación capilar necesaria (mojar el cabello, aplicar acondicionador, evitar burbujas de aire), resolver dudas, escuchar preocupaciones y, cuando corresponda, derivar a oncología. Su cercanía y continuidad en el seguimiento aportan un valor añadido enorme en el acompañamiento del paciente oncológico. ¿Cómo contribuye la formación de Oncology Academy a reforzar este papel de las farmacias? Oncology Academy ofrece una formación rigurosa, actualizada y de calidad, diseñada junto a oncólogos y expertos. Esto asegura que las farmacias que se certifican adquieren conocimientos homogéneos y alineados con la práctica clínica oncológica. Para los pacientes, supone una garantía de que su farmacéutico de confianza está preparado para orientarles de forma segura. Para los profesionales sanitarios, significa poder confiar en que esa red de farmacias ofrece un estándar formativo común, validado por entidades como la Fundación ECO. Además del ‘scalp cooling’, ¿qué otros temas de interés aborda Oncology Academy para las farmacias comunitarias? La plataforma ofrece un abanico amplio de monográficos de gran utilidad. Por ejemplo: ejercicio físico y cáncer, donde se resumen las últimas evidencias sobre cómo la actividad mejora tolerancia y resultados del tratamiento; neuropatía periférica inducida por quimioterapia, con pautas de prevención y abordaje desde la farmacia, o prevención del cáncer de colon mediante biopsia líquida, que explica el papel de nuevas herramientas diagnósticas. Todo ello se complementa con el Programa de Certificación en Oncología para farmacéuticos comunitarios, impartido por un profesorado excelente y avalado por la Fundación ECO. En su experiencia, ¿qué aporta a la sociedad el hecho de que las farmacias comunitarias apuesten por especializarse en oncología? Aporta mucho más de lo que imaginamos. Cada día más personas conviven con un diagnóstico de cáncer -la prevalencia a cinco años es de 18 pacientes por cada 1.000 habitantes- y la farmacia comunitaria está presente en todas las localidades, desde grandes ciudades hasta pueblos “QUE LAS FARMACIAS SE FORMEN EN ONCOLOGÍA SUPONE OFRECER A LOS PACIENTES UN ACOMPAÑAMIENTO CERCANO, HOMOGÉNEO Y SEGURO” pequeños. Que estas farmacias se formen rigurosamente y se alineen con la oncología hospitalaria supone ofrecer a los pacientes un acompañamiento cercano, homogéneo y seguro. En definitiva, es un excelente camino y una aportación real a la sociedad frente a un problema que nos afecta a todos. Finalmente, ¿qué mensaje le gustaría transmitir a pacientes y profesionales sobre el ‘scalp cooling’ y el papel de la farmacia? Que el scalp cooling es una técnica eficaz y segura, pero que debe aplicarse con acompañamiento profesional, nunca con dispositivos improvisados. Que los pacientes sepan que no están solos, que existen opciones para preservar su imagen y su autoestima durante el tratamiento, y que su farmacia de confianza puede ser un lugar de apoyo y asesoramiento. Y, a los profesionales, recordarles que formarse en oncología a través de iniciativas como Oncology Academy no solo enriquece su práctica, sino que multiplica su capacidad de ayudar a quienes más lo necesitan. Dra. González, recientemente se ha incorporado al Comité Científico de Hydroskin Oncology. ¿Qué le atrajo de este proyecto y qué cree que aporta a los pacientes y a los profesionales? Me incorporé porque Hydroskin Oncology tiene un enfoque único e integrador: combina servicios, productos y formación especializada de alta calidad, siempre centrados en las necesidades reales de los pacientes oncológicos. Lo que más me atrajo es que no se limita a un área concreta, sino que impulsa un ecosistema que conecta a oncólogos, farmacéuticos y otros profesionales con un objetivo común: mejorar la calidad de vida de quienes conviven con el cáncer. Para los pacientes supone encontrar farmacias preparadas y soluciones seguras; y, para los profesionales, contar con un espacio de formación y colaboración continua que eleva nuestro estándar de atención.
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