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147 Una alimentación rica en vegetales y antioxidantes contribuye a minimizar los efectos de los agentes externos que puedan influir en nuestra piel de una forma negativa. Los más típicos son el sol y la contaminación. Ambos ejercen gran parte de sus efectos dañinos provocando estrés oxidativo en la piel. Es razonable pensar que una piel cargada de mecanismos antioxidantes será más efectiva combatiendo estas agresiones, y las frutas y las verduras ayudan, indudablemente, en este cometido. Por otro lado, cada vez hay más interés en las investigaciones que se centran en la repercusión de la microbiota digestiva en el estado inflamatorio general y se habla mucho del eje intestino-piel. Parece claro que la flora intestinal puede influir en la inflamación. Una dieta rica en fibra es fundamental en el equilibrio de la microbiota. Además, la ingesta de alimentos fermentados, prebióticos y probióticos, puede contribuir a este fin. No está bien definido en qué medida este equilibrio intestinal repercute en la piel, pero es probable que en los próximos años obtengamos más conocimiento al respecto. El daño y envejecimiento cutáneo también se ve influido por los productos de glicación avanzada, secundarios a la presencia de picos elevados de glucosa en sangre. De esta manera, será de especial interés para la salud cutánea y para un adecuado envejecimiento de la misma, evitar los alimentos con una carga glucémica elevada. El papel de la nutricosmética Sabiendo que los déficits de determinados nutrientes tienen la capacidad de originar enfermedades de la piel como el escorbuto (vitamina C), la pelagra (vitamina B3) o la acodermatitis enteropática (Zn), parece lógico pensar que los suplementos de vitaminas y minerales contribuirán a la salud de nuestra piel. Sin embargo, hasta el momento no existe suficiente evidencia científica para recomendar estos productos por sistema en personas sanas, pues sus beneficios no están demostrados de una forma contundente. Lo que parece razonable es que se usen específicamente en personas con déficits nutricionales concretos. Alimentación y enfermedades Acné Hasta hace unos años, la relación entre la alimentación y la piel no era reconocida por la comunidad científica, y los dermatólogos los etiquetábamos como ‘mitos’. Sin embargo, en la actualidad existe una cantidad suficiente de evidencia científica para confirmar que sí existe una relación clara entre ciertos patrones de alimentación y el acné. De tal manera que, aunque una dieta en concreto no curará el acné por completo, orientar la dieta puede servir de complemento al tratamiento del mismo. Por una parte, las dietas ricas en alimentos con una carga glucémica se han asociado con una evolución más tórpida del acné. El consumo de leche también está ligado al empeoramiento del acné. Ambos alimentos parecen elevar los niveles de IGF-1 en sangre, los cuales están vinculados con un aumento de la seborrea y, por tanto, un empeoramiento del acné. Por todo esto, tanto una dieta rica en frutas, verduras, así como alimentos integrales, con carga glucémica baja y una reducción en el consumo de leche, son estrategias aconsejables para una persona que desee mejorar su acné. Dermatitis atópica La dermatitis atópica, especialmente en los primeros momentos tras el diagnóstico, genera mucha inquietud en quien la padece o a los padres del bebé afectado. En ese momento es muy frecuente que se cuestione si los brotes presentados son debidos a algún alimento. En este sentido, es importante señalar que las dietas restrictivas están desaconsejadas por las guías de tratamiento de la dermatitis atópica. No se recomienda hacer pruebas de evitación de un alimento u otro con el fin de identificar el causante de los brotes, pues la asociación entre alimentos y brotes de dermatitis no es frecuente. Solo debe aconsejarse la retirada de algún alimento en casos muy concretos en que haya una alergia alimentaria ya confirmada por un especialista en Alergia mediante pruebas de provocación. Dermatitis herpetiforme En ciertos contextos se contempla la dieta sin gluten como una dieta más saludable y, en ocasiones, se alega que dicha dieta puede favorecer a una mejor salud de la piel. Actualmente no existe evidencia que pueda justificar estos argumentos en favor de la evitación del gluten para una salud cutánea óptima. Solo existe una enfermedad concreta que se beneficia claramente de una dieta sin gluten: la dermatitis herpetiforme (DH). Está caracterizada por pequeñas ampollas agrupadas que surgen a brotes en zonas de extensión (codos, rodillas, glúteos) y que se relacionan con el consumo previo de alimentos con gluten. Solo uno de cada 369 celíacos la padecen. A la inversa, casi todas las personas con DH son celíacas. Quien padece DH también debe evitar el gluten para que desaparezcan esas erupciones. Se calcula que la prevalencia es de 1/10000, por lo que no parece razonable que la población general evite el gluten, pues las únicas personas que verán un beneficio en su piel serán aquellas diagnosticadas de DH. Conclusión Una piel sana es consecuencia de un cuerpo sano en contexto de hábitos de vida saludables, entre ellos la dieta. Una alimentación que minimice el estrés oxidativo, los productos de glicación avanzada y potencie una microbiota equilibrada, contribuirá a un mejor y más saludable aspecto de nuestra piel. El acné y la DH se benefician de unos patrones dietéticos concretos, pero, a diferencia de lo que se suele pensar, no es este el caso de la dermatitis atópica. PIEL SANA 1. ANTIOXIDANTES NO NECESARIO 2.BAJA CARGA GLUCÉMICA 3.REFUERZO DE MICROBIOTA INTESTINAL FRUTAS Y VERDURAS FIBRA • Evitar gluten • Nutricosmética

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