IMFarmacias_156

EL EXPERTO 118 cífica (mutación firma) secundariamente a la formación de dímeros de pirimidinas. • Radiación infrarroja (IR). Se trata de aquella radiación que genera el calor que nos hace sentir el sol. Tiene la capacidad de penetrar la piel en profundidad, llegando a los estratos más bajos de la dermis. Su efecto más conocido se relaciona con el envejecimiento de la piel y el daño del colágeno dérmico secundario al estrés oxidativo que causan de forma parecida a la radiación UVA. • Luz visible. En los últimos años se ha descrito cierto rol también de estas longitudes de onda en cuanto al fotoenvejecimiento y su influencia en el desarrollo de manchas, sobre todo en fototipos oscuros. Qué tipos de cáncer puede provocar La inmensa mayoría de cánceres de piel están influidos de un modo u otro por la exposición solar, ya sea de forma crónica (como por ejemplo los campesinos que han pasado décadas bajo el sol) o de forma intermitente (como aquellas personas que toman el sol de forma muy intensa pero solo durante unas semanas en verano). De este modo, los cánceres de piel los clasificamos en ‘melanoma’ y ‘cáncer cutáneo no melanoma’. Melanoma Se trata del cáncer cutáneo que deriva de los melanocitos, las células que producen el pigmento de la piel (la melanina) y la transfieren al resto de células epidérmicas (queratinocitos), dando así un tono más o menos oscuro a la piel. El aspecto más típico del melanoma es de un lunar con aspecto irregular, cambiante o que sangra. Sin embargo, existe también el melanoma amelánotico, en el cual los melanocitos que lo componen no producen melanina y, por tanto, no tiene el color oscuro característico. Se trata de una forma clínica difícil de diagnosticar. Es importante destacar que no siempre un melanoma es la transformación maligna de un lunar (nevus melanocítico), sino que, en la mayoría de los casos, aparece espontáneamente sobre piel donde no existía previamente ningún lunar. Se trata del cáncer de piel más temido por su capacidad de metastatizar, capacidad que aumenta con la profundidad de la lesión. Por esto es tan importante su diagnóstico precoz: un melanoma detectado en sus fases más iniciales (idealmente sin haber traspasado la membrana basal de la epidermis) tiene una supervivencia del 100 %, mientras que esta se reduce considerablemente si el tumor ha metastatizado. Cáncer cutáneo no melanoma Dentro de este grupo encontramos dos tipos de cáncer de piel que detallaremos a continuación: • Carcinoma basocelular. Se trata del tipo de cáncer de piel más frecuente. Aparece en zonas de piel expuesta en forma de una pápula, bulto, herida o placa brillante. La realidad es que, a pesar de tener ciertas características que en muchas ocasiones lo hacen fácilmente diagnosticable, en ocasiones puede confundirse con verrugas, lunares, eczemas o incluso cicatrices. El pronóstico del carcinoma basocelular es bueno, dada su escasa probabilidad de extensión a distancia. Puede, sin embargo, ser bastante agresivo localmente (infiltrando tejidos como el cartílago en algunos casos), por lo que debe ser tratado en todos los casos. Habitualmente se elimina mediante cirugía, pero en ciertos casos concretos de carcinoma basocelular superficial podemos realizar un tratamiento médico, ya sea con imiquimod o terapia fotodinámica. • Carcinoma epidermoide. Es el segundo tipo más frecuente de cáncer cutáneo no melanoma. Es característica su aparición en piel que ha sufrido años de exposición solar y que presenta, por tanto, marcados signos de daño actínico. Suele aparecer sobre una lesión precursora, siendo las queratosis actínicas las más frecuentes. Estas suelen ser numerosas sobre la piel de una persona con gran daño actínico (son muy típicas en el cuero cabelludo o la frente) y se presentan como pequeñas zonas algo eritematosas, con hiperqueratosis. Algunas de ellas podrán evolucionar a un carcinoma epidermoide. El carcinoma epidermoide tiene capacidad no solo de invasión local, sino también de metastatizar, por lo que su pronóstico puede ser peor que el del carcinoma basocelular. La cirugía está indicada siempre para su tratamiento. En casos avanzados o de alto riesgo puede combinarse con radioterapia o tratamientos oncológicos. Cómo evitar el daño solar El daño actínico, precipitante de los tumores antes mencionados, se previene mediante la protección solar. Típicamente, al pensar en protección solar, nos vienen las cremas a la cabeza. Sin embargo, es importante matizar que el concepto de fotoprotección es mucho más amplio que la aplicación de una crema. La protección solar se inicia sencillamente valorando las horas de mayor intensidad solar e intentando evitar una exposición solar en esas horas. Buscar la sombra, utilizar sombrero, gorra o prendas específicas de protección son estrategias que ayudan de forma considerable. Afortunadamente, además de estas medidas más que razonables, disponemos de productos cosméticos que, con una efectividad elevada, pueden bloquear el efecto de la radiación ultravioleta (y en parte también IR) sobre nuestra piel. Su aplicación previa a la exposición, y repetida durante la misma, minimiza de forma efectiva la repercusión de la radiación UV sobre nuestra piel, permitiéndonos una vida al aire libre, activa y saludable. Conclusión El conocimiento por parte del farmacéutico de los diferentes tipos de cáncer de piel, así como su pronóstico y manejo terapéutico, ayudará a una adecuada orientación de los pacientes si presentan sus dudas en la oficina de farmacia. Igualmente, los consejos en cuanto a protección solar desde la oficina de farmacia contribuyen a una concienciación y prevención efectiva. UVA Y UVB CÁNCER DE PIEL FOTOENVEJECIMIENTO · Melasma · Hiperpigmentación postinflamatoria · Melanoma · Cáncer cutáneo no melanoma LUZ VISIBLE INFRARROJOS

RkJQdWJsaXNoZXIy NTI5ODA=