EL FARMACÉUTICO 20 Imma Bernabeu (Barcelona) La historia de Imma Bernabeu está estrechamente ligada a la farmacia desde hace más de un siglo. “Todo comenzó en 1903, cuando mi familia adquirió la primera botica. Son ya dos generaciones de farmacéuticos -padre e hijo- que la regentaron durante más de 80 años”, recuerda con orgullo. Hoy, ella continúa ese legado con la misma pasión. “Con mucha ilusión, trabajo y juventud, descubrí mi auténtica vocación: llegar a convertirme en un referente de salud en Ciutat Vella, en Barcelona”. Su testimonio destila entusiasmo y vocación. Desde hace ocho años comparte profesión con su hija, también farmacéutica, algo que considera un privilegio. “Para mí, la vocación farmacéutica es entrega y compromiso”, afirma. Su farmacia se distingue por un enfoque claramente natural y holístico, donde “intentamos transmitir una visión integral de la salud como combinación de aspectos físicos, mentales, sociales y emocionales. Disponemos de un decálogo para que el cliente entienda lo importante que es. Le ayudamos a que sea protagonista de su salud”. En la ciudad de Barcelona, las farmacias juegan un papel cada vez más activo en la mejora de la atención al paciente y en la eficiencia de los procesos. Imma lo tiene claro: “La cooperación con otros agentes de salud no solo es beneficiosa, sino completamente necesaria”. Como coordinadora del Colegio de Farmacéuticos de Barcelona en el sector sanitario de Ciutat Vella, conoce de primera mano el valor del trabajo conjunto. “Actualmente celebramos reuniones periódicas con >> Núria Aranda (Tarragona) La historia de Núria Aranda está marcada por una profunda tradición familiar. Todo comenzó en 1912, cuando su bisabuelo fundó la histórica Farmacia Central de Tarragona. Desde entonces, cuatro generaciones han mantenido viva la vocación de servicio. “Mi madre, Carme Pons, continuó con la botica familiar con gran esfuerzo y dedicación, y hoy tengo el orgullo de ser yo quien preserve este legado de servicio y compromiso”, explica esta farmacéutica, que creció entre fórmulas magistrales, estanterías y libros de farmacología. “Desde que tengo memoria, siempre supe que mi sitio estaba en la farmacia”, asegura. Tras doctorarse, en 2017 decidió centrarse plenamente en la farmacia comunitaria. “A partir de entonces reduje mi actividad universitaria para poder dedicarme de lleno a la farmacia, de la que soy cotitular junto con mi madre”. Para Núria, la farmacia es mucho más que un lugar de trabajo: es un espacio de acompañamiento, escucha y crecimiento. “La vocación farmacéutica significa estar al servicio de la salud diaria de las personas, ser un punto de referencia accesible, confiable y cercano”. Define su botica como una farmacia de barrio, profundamente integrada en el tejido local. “Nos consideramos una farmacia cercana y asistencial, muy vinculada a la comunidad”, afirma. En su día a día, combina la atención personalizada con un equipo comprometido y en formación constante. Además, explica, “intentamos colaborar en todas las actividades de salud promovidas por el Colegio de Farmacéuticos o por asociaciones como la SEFAC”. Todo ello contribuye a consolidar una farmacia activa, que va mucho más allá de la simple dispensación. Núria está convencida de que la farmacia comunitaria atraviesa un momento de redefinición. “Creo que el verdadero valor está en ofrecer una atención farmacéutica de calidad”, reflexiona, y recuerda que las farmacias son, muchas veces, la puerta de entrada al sistema sanitario: “En Atención Primaria podemos actuar como colaboradores clave, acompañando al paciente crónico, revisando interacciones, detectando problemas de adherencia, evitando errores de medicación y sirviendo de puente entre médico y paciente”. La prevención, sostiene, es otra de las grandes fortalezas del farmacéutico. “En Cataluña, por ejemplo, disponemos de la plataforma asistencial Farmaserveis -del Consejo de Colegios de Farmacéuticos de Cataluña-, que permite registrar y seguir protocolos asistenciales de diversos programas de salud”. Para Núria, la farmacia tiene hoy la oportunidad de reafirmar su papel dentro del sistema sanitario: “Puede reforzar su rol como agente activo de salud pública y no solo como dispensador pasivo”. Y, en materia de remuneración, lo tiene claro: “Lo ideal sería que los servicios esenciales estuvieran remunerados íntegramente por el sistema público e integrados en la cartera del SNS. Esto les daría legitimidad, facilitaría su implantación equitativa, evitaría desigualdades y reforzaría el papel sanitario de la farmacia”. La digitalización, afirma, ha llegado para quedarse. “Hemos incorporado herramientas impulsadas por los Colegios de Farmacéuticos para mejorar la atención y facilitar el acceso a tratamientos, como Farmaserveis y FarmaHelp, que ayudan a localizar medicamentos en caso de desabastecimiento”. Aun así, insiste en que “la tecnología no debe reemplazar el contacto humano, sino potenciarlo”. Con una mirada optimista hacia el futuro, Núria confía en el potencial de la profesión. “Imagino una farmacia consolidada como actor sanitario de primera línea, integrada con otros profesionales de la salud, apoyada en la tecnología, sostenible gracias a servicios de valor añadido y siempre cercana, humana y comprometida con su comunidad”, concluye.
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